martes, 29 de mayo de 2007

En una tienda muy, muy lejana…

¿habrán pagado derechos de autor? Es lo que me pregunto cada vez que paso al lado de esta tienda. O tal vez sea anterior a 1977 y entonces George Lucas les deba una pasta…


Debo de estar muy enfermo. Todo en Madrid me recuerda a Star Wars. En cualquier caso, es mi pequeño homenaje castizo por su 30 aniversario.

martes, 22 de mayo de 2007

soy el amigo de las tormentas

hace nueve años, cuando llegué a esta ciudad, me quedé impresionado por la cantidad de tormentas primaverales que soportaba Madrid: de mediados de mayo a primeros de abril, todos los días (salvo uno o dos) cayó una tormenta.

En total, fueron unos veinte días de lluvia seguidos que parecían unos calcados los unos a los otros:

amanecía con sol - calor al mediodía - sobre las 16.00 se empezaba a nublar - a las 17.30 parecía de noche - tromba de agua a las 18.00/18.30 - escampaba media hora después - atardecer de postal con sol y ligero frescor por la humedad
Desde ese año no he vuelto a vivir algo parecido en la ciudad. La verdad es que al principio las tormentas me asustaron un pelo, pero ahora lo echo de menos. Sin embargo, lo que está cayendo este año me está empezando a recordar a aquella primavera de 1998. Y si no, atentos a los planos de rayos caídos últimamente:


Nota: los colores dependen de la hora de caída de los relámpagos. Cada punto es un rayo (fuente: INM)

Y para ilustrar sonoramente el post, unos poquitos truenos y una canción al uso. Que lo disfrutéis!

miércoles, 16 de mayo de 2007

las gallinejas: amor y odio en un sólo bocado

Lo había anunciado. Me las iba a comer. Y engullí medio bocadillo de ellas. Y no estaban muy bien fritas (como me habían recomendado). Más bien tenían textura blanda, tipo goma. Parecía un zombi devorando estómagos.

Pero luego pidieron una ración. Y estas si que estaban bien tostadas. Y ricas. Y comí más.

Luego, de noche, me arrepentí. No sabéis cuánto.

miércoles, 9 de mayo de 2007

en Madrid no hay mar, pero…

… tenemos otras cosas a las que quedarnos mirando ad intinitum. Mi preferida es una que últimamente corre peligro de extinción por obra y gracia de nuestro queridísimo alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, alias el topo.

Me gusta sentarme y verla: es como el fuego de una hoguera, que siempre cambia pero que permanece casi igual. Miro al frente y se me pueden pasar las horas muertas, pensando en mis cosas y disfrutando de ese constante iryvenir que me pasa por delante.

Es la M-30, y cada vez que me siento en estos bancos, veo este espectáculo.

Nota: a lo mejor no le encontráis la gracia al principio, pero os aseguro que, un rato después, envicia.